Por Juan Marcos París

Antes de comenzar a desarrollar este artículo con una visión optimista sobre África, no voy a dejar de mencionar lo que todos sabemos. El continente africano es el más carente y olvidado del mundo, dónde en muchos países predomina el hambre y la pobreza y dónde las enfermedades y conflictos armados hacen estragos entre sus habitantes. A pesar de que la última década permite mostrar un cierto optimismo, hasta hace poco África ha sido el gran olvidado de la globalización. Estamos hablando de la única región del planeta en que la pobreza no ha retrocedido en forma significativa en los últimos treinta años. Como en India y otras regiones descolonizadas, África sufrió una desglobalización intensa que incrementó la pobreza. Si en 1950 representaba un 7% del PIB global hoy apenas llega al 2%.

En su libro “The bottom billion” (“El club de la miseria”, en su versión en castellano), el economista Paul Collier lanza una mirada económica a los países no emergentes, a los mercados descolgados de los beneficios de la globalización, para detectar los bloqueos que impiden la emergencia global. Las principales trampas de la pobreza citadas por Collier son:La trampa del conflicto (guerras civiles), La trampa de los recursos naturales (maldición del petróleo, dependencia), La trampa geográfica (falta de salida al mar y malos vecinos), El mal gobierno (corrupción y mala gestión)yEnfermedades (SIDA & malaria).

La mayoría de los países de África subsahariana se encuentran afectados por una o varias de estas trampas, siendo ellas las causas de su pobreza, aunque en la última década muchos países africanos las van eludiendo y sumándose lentamente a la economía global, mejorando el nivel de vida de sus habitantes.

El PBI real de África creció desde el año 2000 al 2008 a una tasa promedio del 5%, más que duplicando las tasas de crecimiento obtenidas en la décadas del ochenta y noventa.  El PIB del conjunto de África en 2008 ya equivalía al de economías líderes como Brasil o Rusia.  Buena parte del crecimiento desde el año 2000 se debe al incremento del precio de las materias primas, pero la agricultura y el consumo interno también contribuyen de forma creciente. No hay dudas que África es el futuro de la agricultura mundial. Actualmente sólo el 25% de la tierra agrícola del continente es utilizada y África contribuye únicamente al 10% del comercio agrícola internacional pero el potencial de crecimiento es enorme. Es necesaria una capitalización del sector agrícola que permita invertir en maquinaria, fertilizantes, transgénicos y otros avances de la agricultura contemporánea para garantizar el crecimiento de la producción. Hay una tendencia creciente a la apropiación de suelo agrícola africano por parte de empresas internacionales estimuladas por el auge del biofuel y la subida de los precios. Se calcula que más de 50 millones de hectáreas han sido ya arrendadas (en gran parte por empresas chinas) y la llegada de inversiones es constante y creciente.

Hay un crecimiento del número de consumidores potenciales en África. En 2014 se espera que más de 100 millones de africanos cuenten con un ingreso familiar anual superior a los 5.000 dólares. En 2008 África contaba ya con más hogares de clase media (más de 20.000 dólares anuales) que la India. Otro factor importante a tener en cuenta  son las condiciones demográficas del continente a futuro. Al contrario que en el resto del mundo la fuerza de trabajo sigue expandiéndose con fuerza. En 2040 la población en edad de trabajar se habrá más que doblado (de 500 a 1.100 millones estimados). En los últimos años dos tercios del crecimiento africano se basan en el incremento de la fuerza de trabajo y sólo un tercio a la productividad. Sobre este punto es importante que la educación en el continente se expanda para tener una mano de obra lo más calificada posible.

Las claves del crecimiento africano

Es sumamente interesante ver el siguiente cuadro, dónde se evidencia el crecimiento de muchos países africanos durante la última década, y su potencial de crecimiento hasta 2015:

Varios estados africanos han empezado a recorrer la senda del crecimiento. La dinámica económica africana ha dado un vuelco a partir de cinco cambios principales:

Un continente más democrático: Las democracias han pasado de 3 a 23 en sólo treinta años.

Una macroeconomía más estable: Los grandes desequilibrios de los años ochenta y noventa (inflación, déficit público y déficit comercial) han mejorado significativamente.

Fin de la crisis de deuda: Las políticas de cancelación del déficit han permitido superar el lastre de la deuda externa.

La expansión de nuevas tecnologías: El teléfono móvil, internet y otras tecnologías facilitan el salto al crecimiento.

Nueva generación de líderes: Los líderes económicos, sociales y políticos del África abren nuevas oportunidades al continente.

La interesante relación entre China y África

Entre 1997 y 2008 la inversión en infraestructuras acumuló un crecimiento anual entorno al 17%. De 3.000 millones de dólares en 1997 a 12.000 millones en 2008. Esta inversión es vital para el despegue económico de África con 15 países sin salida al mar y unos costes de transporte que cuadriplican la media de los países desarrollados.

El crecimiento de la inversión se basa en la mayor implicación de China en la economía del continente. En 2007 el gobierno chino firmó un acuerdo con la República Democrática del Congo comprometiéndose a prestar 3.000 millones de dólares para grandes proyectos de infraestructuras: 3.400 km. de autopista desde Kisangani hasta la frontera con Zambia, 3.200 km. de ferrocarril entre las minas del sur y el puerto de Matadi, 31 hospitales, 145 dispensarios y 2 universidades. A cambio, China posee derechos sobre vastos recursos naturales del continente africano.

Me parece siempre útil mostrar un caso práctico que evidencie la emergencia del lugar y las posibilidades de negocios en tal situación. Las pastillas de caldo Jumbo se empezaron a comercializar en 1978 en Sierra Leona bajo la marca “Mammy”, compitiendo con la tradicional “Maggy” de Nestlé. Tras la queja de ésta se sustituyó la marca por Jumbo. El producto se adapta al gusto africano por su sabor, color, cantidad (por unidad) y distribución.

La empresa se ha popularizado en toda África Occidental bajo el lema “proudly African”. Las ventas superan los 700 millones de pastillas y están presentes en más de 26 países. En 2009 se lanzo en Costa de Marfil la versión enriquecida en vitamina A para hacer frente a las preocupaciones de salud del nuevo consumidor africano. Lo interesante del caso: Jumbo (la marca “orgullosamente africana”) es una empresa catalana que supo penetrar el mercado emergente africano.

El tiempo para las empresas para actuar en este mercado es ahora. Las empresas que ya operan en África deben considerar su ampliación, teniendo en cuenta los millones de habitantes que formarán parte de la clase media en los próximos años. Para los que están analizando su entrada en regiones emergentes, África es una excelente oportunidad para ingresar y crear mercados, establecer una marca, ser pioneros y formar parte de las preferencias de los clientes africanos y establecer relaciones a largo plazo. Las empresas pueden ayudar a construir el África del futuro. Y trabajando juntos, empresas, gobiernos, y la sociedad civil, pueden enfrentar muchos desafíos en el continente y elevar el nivel de vida de sus habitantes, que vuelvo a repetir, es el fin último, cuando  hablo de mercados emergentes.

Juan Marcos París

Lic. En Economía (Universidad Nacional de Mar del Plata)