A raíz del polémico artículo publicado el pasado lunes en el diario La Nación titulado En universidades públicas: el 44% aprueba una materia por año, desde el Grupo de Estudios Universitarios de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales realizamos este artículo que pretende agregar profundidad al debate sobre la Educación Superior en nuestro país.
El entrevistado en dicho artículo -Alieto Guadagni- afirma: el valor por graduado [de universidades públicas] supera los USD 60.000.
Queremos aclarar que este indicador posee importantes limitaciones para describir la dinámica de la educación en las universidades públicas. Esto se debe a que las universidades no sólo utilizan su presupuesto para actividades de enseñanza sino que también realizan actividades de investigación, de extensión, de transferencia, y una serie de externalidades positivas no cuantificables pero comprobadas (Informe OECD 2013). Adicionalmente, ¿qué sucede con el valor que representaría el estudiante que se formó pero no se graduó? ya que probablemente haya recibido saberes que le permitan mejorar su trabajo, el ejercicio de su ciudadanía, el capital cultural de su grupo de influencia, etc. El valor analítico del indicador que utiliza Guadagni disminuye aun mas cuando lo presenta sin un parámetro de comparación, lamentablemente este indicador “costo por graduado” no se puede calcular para el caso de las universidades privadas, ya que la información requerida no se encuentra disponible públicamente. Pareciera que la intención del entrevistado es denostar a las Universidades Públicas y al Estado por una supuesta “ineficiencia en el gasto”, ante esto consideramos que el lector debe saber que -en promedio- el 75% del presupuesto que ejecutan las Universidades Nacionales se transfiere mediante salarios a docentes y personal de apoyo de todo el territorio argentino. Si nos comparamos con algunos países de Iberoamérica observamos que el gasto público por alumno -medido como porcentaje del ingreso per cápita destinado a educación superior pública- que realiza Argentina es del 15%, mientras que países como México destinan un 37%, Brasil un 30%, Portugal un 28%, Colombia 26%, Paraguay 26%, España 25%, Uruguay 18%, Chile 11% (ESI Informe, 2011). La misma fuente indica que nuestro sistema universitario público -respecto de los países señalados- es de los más grandes -por su población estudiantil- y masivos -por su tasa de escolaridad promedio- con lo cual lejos de considerar excesivo el presupuesto universitario, este pareciera ser escaso.
Por otra parte se sentencia que el 44% de los estudiantes de universidades públicas aprueba una materia por año.
Deconstruyamos también este indicador y analicemos sus limitaciones: ¿Qué se considera materia? Cursar y aprobar materias anuales es distinto a cursar y aprobar materias cuatrimestrales, las cuales son muy habituales en universidades privadas que ofrecen ciclos de enseñanza comparativamente más abreviados y segmentados -esto no se encuentra precisado con lo cual la información resulta al menos dudosa- Adicionalmente al citar este indicador no se realiza ninguna comparación, omisión que consideramos puede llevar a conjeturas sesgadas sobre la eficiencia de las universidades nacionales. Consultando las mismas fuentes que Guadagni, se puede observar que en las universidades privadas el porcentaje de estudiantes que aprueba como máximo una materia por año es del 24%, esto es llamativo ya que el costo de oportunidad de progresar lentamente en dicha instituciones es presumiblemente más alto que en una pública, y además porque se trata de estudiantes que, en general, tienen condiciones objetivas comparativamente más ventajosas. ¿Quiénes estudian en las universidades públicas y quiénes en las privadas? Las universidades públicas además de recibir a estudiantes provenientes de sectores medios y medios-altos, reciben estudiantes de sectores sociales vulnerables -el 20% de los que acceden pertenecen al quintil de la población más pobre de nuestro país- por ende con mayores dificultades para afrontar las barreras materiales y simbólicas que hay que sortear para lograr un título universitario, esta problemática no la tienen las instituciones educativas privadas que en general reciben estudiantes de sectores más favorecidos.
Po otra parte, el lector debe saber que en Argentina al igual que en el resto de los países de la región se evidencia un proceso de segmentación del sistema de educación superior, donde ciertas instituciones privadas son vistas como instituciones que proporcionan una oferta educativa que garantiza una rápida titulación. Según se desprende la información estadística analizada, de cada 100 estudiantes “nuevos inscriptos” en universidades nacionales luego de seis años egresan en promedio 22, en cambio en las universidades privadas ese indicador alcanza a 47. Naturalmente no todas las instituciones privadas ni las públicas son iguales, ni forman con la misma calidad a sus egresados, pero dejamos esta interrogante abierta: ¿Por qué será tanta la diferencia en los niveles de graduación en el sector privado respecto del público?
Por último remarcamos, que estas discusiones sobre el presente y futuro de los sistemas educativos visibilizan pujas de poder donde se juegan visiones contrapuestas de la sociedad y el Estado. El campo de la educación es de los más disputados por intelectuales de diversa procedencia ideológica, ya que constituye un dispositivo a través del cual los grupos dominantes en general intentan reproducir su hegemonía. En este sentido, queremos remarcar que seguramente no es ascéptica la crítica que realiza Guadagni a las universidades nacionales, esta mediada por su ideología, su lugar de trabajo -una universidad privada- en definitiva por los intereses que representa. No pretendemos negar que existan problemáticas que atraviesan al Estado y a las universidades públicas que merecen ser atendidas, solo dejar en claro que la visión de Guadagni representa una parcialidad. Desde este Grupo de Investigación entendemos que el esfuerzo económico que hace el Estado en educación es una inversión necesaria -seguramente insuficiente- en éste momento histórico donde las desigualdades sociales parecen acentuarse y la educación debería evitar su reproducción.
Lic. Fernando A. Hammond
Becario del Grupo de Estudios Universitarios
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales
Fuentes: Anuario de Estadísticas Universitarias 2011 (SPU), Informe sobre Educación Superior en Iberoamérica 2011 (J. Brunner)