Esta mañana, en el Aula Magna “Silvia Filler” de la Universidad Nacional de Mar del Plata, se llevó a cabo el acto de entrega del título profesional con la verdadera identidad a Andrés Lablunda, nieto restituido, egresado de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.
La ceremonia fue presidida por el Rector de esta Casa de Altos Estudios Lic. Francisco Morea y estuvo acompañado por la Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales Esp. Mónica Biasone y por el Contador y Lic. en Administración Andrés Lablunda.
En el emotivo acto estuvieron presentes Abuelas de Plaza de Mayo, Agrupación Hijos Resiste, decanos y autoridades de la UNMdP, representantes de la Federación Universitaria Marplatense, el Director General de Promoción de DDHH de la Municipalidad de General Pueyrredon José Luis Cedillo, el Director Nacional de Industria Andrés Cibet, concejales y referentes de organizaciones sociales y políticas.
El acto comenzó con la lectura de la parte resolutiva de la Ordenanza del Consejo Superior de la UNMDP N° 1020 mediante la cual se le entrega el título con su verdadero nombre a Andrés Lablunda.
Lablunda, señaló que ésta era una oportunidad muy fuerte para contar “mi historia por primera vez en Mar del Plata” que lo había hecho en todo el país pero no podía hacerlo aquí. Expresó su agradecimiento a todos los presentes en un “día de reencuentro conmigo mismo y con mi historia” especialmente a Negrita Segarra. En sus emotivas palabras, Andrés fue desgranando su historia personal, su llegada a Mar del Plata con su familia de crianza cuando tenía un año, su paso por la escuela primaria y secundaria y la suerte de estudiar en esta Universidad Nacional de Mar del Plata pública y gratuita. Contó que en el año 1998 “accedo a mi verdad, no conocía mi identidad” y que en el año 2008 comenzó a tomar la gran decisión de “asumirme plenamente como Andrés Lablunda; no fue fácil” Finalizó su sentido discurso diciendo que “Mi título universitario me reencuentra con mi universidad”.
Por su parte el Rector de la UNMDP Lic. Francisco Morea, manifestó que el caso de Andrés Lablunda nos sirvió para replantear la legislación vigente en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Morea hizo hincapié en que estos procesos no son rápidos, no son procesos instantáneos, pero que en el marco de no olvidar hay que tomar conciencia de dónde estamos parados y comenzar a realizar los cambios reparadores, especialmente en este ámbito, ya que las universidades son instrumentos de cambio. El rector destacó que este no es un acto de dimensión académica, es un acto de dimensión social y humana y que justamente este 10 de diciembre es un acto de reparación, dentro del marco del sistema democrático. Morea concluyó diciendo que hoy es “Un día de alegría dentro de cierto margen de tristeza por lo que nos pasó, pero es sobre todo un Acto de justicia con Andrés y con todos nosotros”.
A continuación, compartimos el discurso que emitió la Decana de la FCEyS, Esp. Mónica Biasone:
Habitualmente en actos académicos como el que hoy nos convoca, damos la bienvenida a los nuevos egresados de nuestra universidad. En esa bienvenida destacamos la importancia de la profesión que han elegido, el esfuerzo que han puesto en conseguirlo, y los instamos a ejercerla con valores solidarios y éticos. Destacamos el hecho de ser profesionales formados en una universidad pública y les decimos que esa circunstancia los marcará para toda la vida. Que serán especiales dado que su formación fue sostenida por toda una comunidad que deposita en ellos su esperanza de cambio.
Hoy, este encuentro tiene ribetes distintos. Hoy Andrés nos permite ser parte además, de su historia.
Parece que el destino nos hizo una sonrisa, al realizar este acto justo un 10 de diciembre, día de la restauración de la democracia y de los derechos humanos, a 31 años de aquella esperada vuelta a la democracia. Después de la noche más larga y triste desde nuestra organización nacional, el 10 de diciembre de 1983, asumía un presidente electo por la voluntad popular. Así se ponía fin a la dictadura sangrienta y se abría una esperanza pocas veces vista en el conjunto de los argentinos.
Hoy, a más de 30 de años de aquel día, podemos decir que se inauguraba una etapa inédita para nuestra Nación, la vigencia ininterrumpida de la Constitución y la continuidad democrática de los gobiernos que surgieron en sus más variados matices, fruto de elecciones limpias y libres.
Después de tres décadas podemos afirmar que la democracia en la Argentina, es el lugar que nos encontramos para honrar la vida, para dar sentido a nuestra existencia.
Asimismo, con luces y sombras y con mucho por hacer, se fue dando paso al necesario e impostergable juzgamiento en materia de violación a los derechos humanos. Memoria, Verdad y Justicia son banderas necesarias para el afianzamiento de un estado democrático de derecho, sin ellas deviene frágil cualquier intento de recuperación democrática.
En esta incansable lucha debemos homenajear a Madres, Abuelas, Familiares, como así también a quienes conformaron las distintas organizaciones de derechos humanos, sin los cuales hubiera sido impensado la recuperación de nuestra historia personal y colectiva.
La democracia tiene como tarea ineludible la conformación de una sociedad de libres e iguales. Los valores de solidaridad, participación, tolerancia y compromiso con los derechos humanos fundamentales, son una herramienta insoslayable para su materialización.
La democracia es el complemento y el encuentro de los distintos, por más que se empeñen en la simplificación, a diario la realidad demuestra que la solución deviene de la apreciación, el cultivo y el respeto a la complejidad, en su sentido más literal y profundo, "lo que está tejido en conjunto".
Hoy Andrés nos indica un camino. La lucha por la vigencia plena de los derechos humanos, no es posible sin conocer nuestra verdadera identidad.
Desde tiempos inmemoriales hemos visto como el aparato del poder arrasaba a quienes desde abajo luchaban y dejaban su vida por un mundo mejor.
Aún en medio de tanta tragedia, la humanidad va pariendo esperanza, y los pueblos y la historia van poniendo las cosas en su lugar.
Necesitamos profundizar la justicia, pero nos alienta saber que al fin y al cabo todo el mundo sabe quién es Cristo y no recuerda al que lo crucificó, vamos aprendiendo con Sócrates y no del verdugo que le dio la cicuta.
Aquí está su testimonio. Al decir del poeta Miguel Hérnandez, Una gota de pura valentía vale más que un océano cobarde.
Gracias Andrés.