boletín 10

Por Grupo de Investigación de Economía Ecológica

Durante muchos años, el ambiente costero y más precisamente las playas, vienen sufriendo un uso irracional, descuidando y desaprovechando la gran cantidad de oportunidades que les ofrece. La importancia del recurso playa reside en sus características que lo hacen un sistema tan único como frágil. Por ello es esencial su estudio y comprensión, para diseñar instrumentos de gestión orientados hacia la sostenibilidad.

Las playas son definidas como unidades geomorfológicas presentes en determinados tipos de costas, que responden al suministro de sedimento, oleaje, corrientes y vientos en una escala de tiempo indefinida y que varía de un lugar a otro. Esta interacción del aire, el agua y la arena, constituye un ambiente muy dinámico y ecológicamente sensible a cambios tanto de origen natural como humano. Así, estos sistemas socio-ecológicos cumplen un doble rol, ya que se constituyen como sistemas naturales proveedores de servicios ambientales; mientras que también actúan como satisfactor de necesidades humanas.

Por una parte, este espacio constituye uno de los activos medioambientales más importantes de los recursos costeros, siendo soporte de una gran riqueza biológica y reservorio natural, y un elemento clave para cualquier política de protección de costas. Algunas de las funciones que cumplen los servicios ecosistémicos que proveen son:

  • Aprovisionamiento (provisión de pesca y productos marinos; infraestructura de transporte acuático; regulación y provisión de oleajes),
  • Regulación (regulación del clima; protección del territorio frente a las tormentas; erosión, transporte y sedimentación),
  • Hábitat, soporte o de base (provisión de hábitat para especies relevantes; reproducción y dispersión de recursos hidrobiológicos relevantes),
  • Culturales o estéticas (sistemas de conocimiento; valores estéticos del paisaje; sentido de pertenencia; entre otros).

Por otro lado, vinculado a los servicios ecosistémicos culturales o estéticos, el litoral satisface necesidades humanas de recreación, esparcimiento y descanso, constituyéndose además como el principal recurso convocante de desplazamientos en destinos turísticos costeros. Su función turístico-recreativa hace de la playa un espacio cuyas variables ambientales deben mantenerse en buen estado, debido a que la preservación de lo natural se transforma en factor clave de desarrollo turístico para competir en mercados cada vez más sensibles y exigentes en torno a lo medioambiental.

Esta variedad en la concepción del litoral y sus diferentes valores asignados, lo convierten en un bien común y, a la vez un recurso costero factible de producir ventajas económicas. La gran diversidad de usos que se dan en un mismo espacio (uso residencial, explotación de recursos, turístico-recreativos, uso de conservación y protección de diversidad, entre otros), genera conflictos de intereses entre los actores intervinientes que se debaten entre su conservación y su aprovechamiento.

De esta manera, surge como necesidad la gestión de la playa, entendiendo que los posibles usos son muy variados y extensos y los intereses, muchas veces contrapuestos, deben ser armonizados para evitar la degradación del ambiente, y por consiguiente la pérdida de calidad del espacio y de la experiencia recreativa de sus usuarios.

La confluencia de estos intereses constituye la principal preocupación de los sectores públicos, privados y de la sociedad en general. Un manejo adecuado conllevaría la coordinación y planificación de actividades entre todos los tomadores de decisiones, y un trabajo desde lo ambiental (evitando impactos negativos y preservando el entorno), sociocultural (fomentando el desarrollo integral de la comunidad y generando nueva infraestructura) y económico (impulsando la participación de empresas locales con fuentes de trabajo de calidad), tendiente a la sostenibilidad.

La gestión sostenible del litoral

¿Qué es un Sistema de Gestión?

Un sistema de gestión es un marco sistemático de políticas, procedimientos y prácticas usadas para asegurar que una organización puede cumplir con las tareas necesarias para lograr sus objetivos. Cuando los objetivos están relacionados con las consideraciones ambientales tales es el caso de un medio ambiente natural como una playa, se desarrolla un Sistema de Gestión Ambiental.

¿Qué se entiende por Gestión Sostenible?

La gestión y ordenación del litoral implica la planificación, organización, dirección y control de los recursos costeros para el correcto desarrollo de sus actividades, conservándolas en el tiempo y permitiendo la satisfacción de necesidades y expectativas. Esta forma de entender el espacio costero requiere de una estrategia para la distribución de los recursos medioambientales, socio-culturales e institucionales con el fin de conseguir la conservación y el uso múltiple y sostenible de las playas.

Entendiendo que el turismo es sólo una de las actividades que se desarrollan en la playa, es necesario enfocar la gestión del litoral de forma integral y holística, considerándolo un espacio donde conviven procesos y actores diferentes entre sí. Así, para lograr esto resulta esencial superar visiones sectoriales con procesos sinérgicos a escala regional local, que armonicen las distintas actividades que se llevan a cabo en este espacio y los diversos usos que las mismas implican.

La Gestión Integral y Sostenible del Litoral entonces, permite manejar de forma integrada, todas las distintas funciones de la playa y los servicios ecosistémicos que ella provee. Para ello, se siguen un conjunto de acciones conducentes al logro de determinados fines en el marco del uso global de los recursos de la franja costera. En este sentido tanto recursos materiales como humanos se combinan, distribuyen y disponen para cumplir dichos objetivos, siendo necesaria una constante evaluación de los efectos para corregir posibles desvíos. De esta forma se destaca que los dos conceptos esenciales de esta gestión son la sostenibilidad y la evaluación.

La intención de esta propuesta de acción es crear un marco de gestión dinámico intersectorial, interdisciplinar y posible de adaptar a las particularidades de cada caso, que permita compatibilizar funcionalización y conservación en un ambiente tan complejo y frágil como es la costa. Para ello, se deben incluir procesos participativos que involucren a todos los actores intervinientes en el espacio costero en cuestión, tendiendo a lograr acuerdos entre intereses dispares y elaborar objetivos comunes sobre planificación y gestión costera.

La gestión hacia la calidad ambiental y su relación con el turismo

En las últimas décadas, los destinos turísticos litorales se vieron ante el reto de renovarse para mantenerse en un mercado turístico cada vez más competitivo. Una demanda nueva compuesta por turistas más informados, exigentes y sensibilizados en materia ecológica, sumada a la irrupción de la sostenibilidad como nuevo paradigma de desarrollo, convirtieron a lo ambiental en variable clave para introducir en los destinos a fin de ganar competitividad tanto en destinos maduros que buscan renovarse como en destinos nuevos que intentan diversificarse.

Así, la nueva tendencia es la gestión del litoral enfocada hacia la calidad ambiental. La calidad ambiental, referida a los juicios de valor adjudicados al estado o condición del ambiente adoptados en una situación y momento dados, en función de variables ambientales que ejercen una mayor influencia sobre la calidad de vida presente y futura de los miembros de un sistema humano, juega un rol importante para el monitoreo y control.

Sin embargo, en la puesta en práctica en las playas, este concepto no tiene una única definición y es entendido desde distintas dimensiones como seguridad de los usuarios, percepción estética, limpieza y gestión de residuos, salud ecosistémica y manejo de playa en general.

La mejora de la calidad ambiental de las playas, además de impactar en la calidad del recurso (agua, aire, arena y biodiversidad), tiene su correlato con la experiencia turístico recreativa. De esta forma, no sólo se mejora la calidad del espacio costero sino también del destino turístico en forma integral.

Uno de los instrumentos los sistemas de gestión suelen incluir directa o indirectamente para mejorar la calidad ambiental son las certificaciones. Esta herramienta de aplicación voluntaria promueve la incorporación productos y servicios que cumplen con ciertos requisitos ecológicos a partir del seguimiento de indicadores ambientales y de la implementación de programas de buenas prácticas. La certificación de playas es una forma de manejo integral, mediante indicadores que proporcionan información concisa que puede ser entendida y usada fácilmente por los tomadores de decisiones y el público en general.

La aplicación en el turismo de normas como las ISO 9000 de Gestión de la Calidad o ISO 14000 de Gestión Ambiental, manuales de buenas prácticas, eco-etiquetas, directrices de gestión y autoevaluación, entre otras, brinda la posibilidad de incorporar la variable ambiental en la gestión del recurso y los servicios que en él se brindan, de manera tal que se combinen la calidad con la competitividad y la sostenibilidad del destino. Algunos casos emblemáticos en la incorporación de certificaciones son:

España: En 2015, el jurado internacional del galardón anual y eco-etiqueta Banderas Azules le ha concedido 678 distinciones, 577 a playas y 101 a puertos deportivos españoles, liderando así el ranking de playas en el mundo con este premio. Las estadísticas dejan entrever que una de cada cinco playas españolas goza de dicho beneficio, así como que, una de cada seis Banderas Azules mundiales, pertenecerán a este país.
Uruguay: A partir de una iniciativa de la Intendencia Municipal de Montevideo, con un trabajo en conjunto con consultores privados, se ha impulsado la gestión ambiental de las playas Pocitos, Buceo, Malvín y Ramírez de acuerdo con los requisitos preestablecidos por las citadas normas ISO 14001, mediante el programa Playa Natural.
Argentina: En nuestro país la incorporación de la variable ambiental en sistemas de gestión de playas se dio con la norma ISO 42100 sobre Gestión de Calidad para Playas y Balnearios, y posteriormente las Directrices de Gestión de Calidad y la Gestión Ambiental en Playas y Balnearios promovidas por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y la Secretaría de Turismo de la Nación (hoy Ministerio).

Entonces, la zona costera se debe concebir como un recurso estratégico para el desarrollo, y en la medida en que el uso de esta zona se realice previniendo los impactos de las actividades desarrolladas, se generarán espacios costeros con calidad ambiental diferencia, evitando la degradación. Es importante destacar la relevancia de la calidad ambiental en el turismo y, particularmente, de las playas para destinos turísticos litorales. Ofrecer calidad en el servicio (balneario, alojamiento, restauración, entre otros) y en el recurso es la base para un buen desarrollo de la actividad. Así, tanto el sector público como el privado deben volcar su atención a los sistemas de gestión integral y sostenible a fin de brindarle al usuario playas de calidad.

La puesta en práctica de distintas herramientas de gestión sostenibles permitiría mejorar las condiciones ambientales del espacio costero, brindando calidad y posibilidades de competir en el mercado, sin poner en riesgo el propio recurso que sustenta la actividad.