Por Grupo de Investigación de Economía Ecológica

canilla descarga 2De todas las crisis, ya sean de orden social o naturales con las que nos enfrentamos los seres humanos, la crisis del agua es la que se encuentra en el corazón mismo de nuestra supervivencia y la de nuestro planeta. La demanda de agua dulce está aumentando y al menos que se restablezca el equilibrio entre la demanda y el suministro limitado, el mundo se enfrentará a un déficit global de agua cada vez más grave.

Si bien el agua es un elemento frecuente en la Tierra, es importante recordar que sólo el 2,53% del total es agua dulce y el resto es agua salada. Por otra parte, aproximadamente las dos terceras partes del agua dulce se encuentran inmovilizadas en glaciares y nieves perpetuas. Por lo cual contamos con una oferta limitada, a nivel mundial, de los recursos de agua dulce, independientemente de cómo los utilicemos.

Además, la alteración de los ecosistemas a través de la incesante urbanización, las prácticas agrícolas inadecuadas, la deforestación y la contaminación, provocada por las aguas residuales domésticas, industriales y agrícolas no depuradas, son algunos de los factores que están socavando la capacidad del medio ambiente de proporcionar servicios del ecosistema, como agua limpia.

Se prevé que la demanda mundial de agua aumente un 55% en 2050, debido principalmente al crecimiento demográfico y al aumento del consumo, a los cambios en la alimentación, las crecientes necesidades de la industria y la producción térmica de electricidad (UNESCO, 2015). La competencia por el agua aumenta el riesgo de conflictos localizados y las desigualdades continuadas en el acceso a los servicios, con un impacto significativo en las economías locales y el bienestar humano.

La disponibilidad global de agua dulce en relación a la población mundial subraya grandes disparidades continentales. La mayor presión ejercida es en el continente asiático, que alberga más de la mitad de la población mundial, con sólo el 36 % de los recursos hídricos del mundo.

En términos claros, el mundo está acabando con uno de sus recursos naturales más valiosos y está acumulando una deuda ecológica insostenible, que heredarán las futuras generaciones. Sin embargo, la escasez de agua no es inevitable; en gran medida depende del comportamiento humano, de las costumbres e instituciones sociales y de las políticas de los gobiernos.

En el 2000, en reconocimiento de la importancia de la preservación del medio ambiente y en particular el impacto socioeconómico de los servicios de agua y saneamiento, se incluyó como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (Asamblea de las Naciones Unidas) “Garantizar la sostenibilidad del Medio Ambiente” y uno de los subobjetivos es reducir a la mitad, para el 2015, la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento. El progreso con respecto a alcanzar la mayoría de los objetivos de desarrollo sostenible requiere una mejora significativa de la gestión del agua en todo el mundo.

En el 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas preocupada porque aproximadamente 884 millones de personas carecen de acceso a agua potable y más de 2.600 millones de personas no tienen acceso a saneamiento básico, y alarmada porque cada año fallecen aproximadamente 1,5 millones de niños menores de 5 años y se pierden 443 millones de días lectivos a consecuencia de enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento. Y destacando la importancia de disponer de agua potable y saneamiento en condiciones equitativas como componente esencial del disfrute de todos los derechos humanos. Reconoce que el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos (Resolución 64/292) aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 28 de julio de 2010.

El último Informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo (2015) remarca que “el agua es la base del desarrollo sostenible”. Desde lo social, el acceso al agua es crucial para la salud y la dignidad social. Desde lo económico, el agua es un recurso esencial en la producción de la mayoría de bienes y servicios, incluidos los alimentos, la energía y las manufacturas. Y desde lo natural por los servicios ambientales y la protección de ecosistemas que brinda.

El uso responsable del recurso, la reducción de los residuos y la contaminación, los cambios en los modelos de consumo y la elección de tecnologías apropiadas son los principales retos a los que nos enfrentamos para una gestión eficiente del agua. Para América Latina y el Caribe la prioridad consiste en crear la capacidad institucional de manejar los recursos hídricos y llevar la integración sostenible de la gestión y el uso de los recursos hídricos para potenciar el desarrollo socioeconómico y la reducción de la pobreza (ONU, 2015).

Uso cotidiano responsable

Aunque las necesidades básicas pueden variar, el umbral mínimo es de aproximadamente 20 litros al día. Sin embargo, por los casi 5 litros de media que consumen los 1.100 millones de personas que no disponen de agua limpia, habitantes de los países más desarrollados gastan a diario 200 litros de agua por persona (PNUD, 2006). En líneas generales, este derroche de agua potable se debe a dos grandes motivos: por un lado, a que el consumo de agua no significa un esfuerzo salarial importante y, por otro lado, a que no somos una sociedad consiente del valor del agua. Por lo cual nos creemos libres de desperdiciarla.

Sin embargo, el cuidado del agua es una responsabilidad compartida socialmente y desde cada hogar o lugar de trabajo se puede contribuir con simples prácticas de consumo eficiente para que las futuras generaciones puedan contar con este recurso indispensable para la vida.

¿Qué se puede hacer desde casa o el lugar de trabajo?

  • Cerrar las canillas durante el cepillado de dientes o lavado de vajilla, en lugar de dejar correr el agua.
  • No dejar goteando las canillas.
  • Usar los baldes para lavar los autos o veredas en lugar de la manguera.
  • Hacer duchas más cortas.
  • Aprovechar el agua de la lluvia llenando baldes para utilizarlas en las tareas domésticas.
  • Regar las plantas justo antes del ocaso para evitar que se evapore el agua con el sol.
  • Explicarle a los chicos sobre la importancia del agua y de que se trata de un bien escaso.
  • Aprovechar muy bien cada lavado de ropa, no uses el lavarropas para unas pocas prendas.
  • Instala dispositivos ahorradores si es posible.
  • No utilices el inodoro como basurero!! No desperdicies el agua para desechar colillas, pañuelos desechables, toallas femeninas, algodón, etc.
  • No juegues con agua.
  • Cuando calientes agua, no llenes el recipiente, evita que se derrame o evapore o desperdicie.

“la diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer bastaría para solucionar la mayoría de los problemas del mundo” (Mahatma Gandhi)